La frágil e insuficiente aproximación política a la seguridad en el Perú
11 de Abril 2024
Es posible afirmar que el día de hoy la preocupación de la casi totalidad de los actores políticos sobre la inseguridad ciudadana es tanto generalizada como la propuesta monocromática de “fortalecer a la policía”, ya sea buscando otorgarle 10 mil motos, como tratando de incrementar sus efectivos en 5 o 10 mil de un momento a otro, o formando otra unidad especializada como de “lucha trasnacional contra el crimen”. Dentro de lo “razonable” o evidentemente necesario que puedan tener estas propuestas, la aproximación política a los asuntos de seguridad sigue siendo frágil e insuficiente.
La seguridad se manifiesta en diferentes ámbitos que obligan a miradas y perspectivas diferentes y que necesariamente son interdependientes. Así; en el “ámbito doméstico” la seguridad es un espacio de responsabilidad individual dentro de la familia, o de responsabilidad corporativa al interior de las empresas; por otro lado, en las calles, el tránsito, la delincuencia común, salubridad pública, crímenes individuales, asaltos y robos pertenecen al ámbito de la “seguridad ciudadana” y de responsabilidad del Serenazgo y de la Policía; los desmanes de las barras bravas, las bandas de pandillas juveniles, asaltos al estilo piraña, huelgas que sistemáticamente desafían el orden, eventos multitudinarios, conflictos sociales aislados, son parte del “orden público” y de responsabilidad policial, lo que en un escenario ideal estaría cubierto por nuestra ex “Guardia Civil”; los desafíos al estado de derecho y a la autoridad del gobierno como son las amenazas contra los servicios públicos esenciales, a la seguridad de los penales, bloqueo sistemático de carreteras, el control de fronteras o de conflictos sociales generalizados constituyen el ámbito del “orden interno”, y su responsabilidad está a cargo de una “policía militarizada”, como lo era nuestra antigua “Guardia Republicana”; por otro lado, las actividades de investigación que soportan la seguridad ciudadana, el orden público y el orden interno que por su impacto y alcance geográfico afectan significativamente la seguridad ciudadana, el orden público y el orden interno, necesariamente separados de la otras actividades policiales y del serenazgo, pertenecen al ámbito de la investigación criminal especializada a cargo de detectives como lo era con la antigua “Policía de Investigaciones del Perú (PIP)”; y finalmente, cuando el orden interno sobrepasa a la policía y/o cuando se amenaza la integridad territorial, independencia, soberanía y a los intereses vitales del Estado, entonces estamos en el ámbito de la “Seguridad Nacional” que involucra la responsabilidad de las “FFAA y del Ministerio de Relaciones Exteriores”, y a los diferentes órganos del “Sistema de Inteligencia nacional” (SINA).
En el Perú, los críticos niveles de inseguridad ciudadana se han desbordado produciendo un miedo generalizado sobre la población, al mismo se evidencia como está directamente relacionada con la expansión del crimen transnacional organizado por toda Latinoamérica sobrepasando a las policías locales, desafiando la autoridad gubernamental y a los políticos y tomadores de decisiones que parece tanto ignoran como no constituir una prioridad de gobierno.
El crimen organizado es un fenómeno nuevo que está en permanente proceso de evolución con estructuras políticas, sociales y económicas (migraciones), financieras y criminales de alcance internacional imposible de ser abordado en forma exclusiva desde una perspectiva policial, tiene un efecto desestabilizador tanto de las estructuras internas del poder político y económico, así como un factor perturbador de las relaciones internacionales.
En nuestro país la Policía Nacional no solo ha sido desbordada, sino que se encuentra agotada por inmensos esfuerzos individuales y sin estrategia, infiltrados por el crimen, carentes de liderazgo, contaminada por la política y la corrupción, en crisis moral e institucional, y enfrentado permanentemente con el Ministerio Público.
En menos de tres años de gobierno y con dos presidentes, en el Perú ya suman en 12 los Ministros del Interior, siendo de largo el ministerio de mayor inestabilidad tanto en el país, como en comparación de sus pares en la región y seguro que en el mundo.
Salir de este embrollo no será fácil ni rápido, se tiene que necesariamente disponer de políticos y tomadores de decisiones en los asuntos de seguridad a personal capacitado y responsable, profesionales con capacidad de transformar organizaciones complejas, e imprescindiblemente la refundación inmediata de nuestra Policía Nacional en las tres instituciones base que toda sociedad dispone: policía civil, investigación especializada y policía militarizada; que nunca han sido tan necesarias como el día de hoy.