Una campaña presidencial dominada por el oportunismo y clientelismo de la política tradicional, genera una situación de permanente caos, inestabilidad y deslegitimación política frente a un electorado que rechaza y ahora clama por venganza contra el sistema que inevitablemente optará por identificarse con las candidaturas populistas de radicalismo nacionalista, tanto en su versión de izquierda como de derecha…