LIENDO O'CONNOR

INTELIGENCIA + ESTABILIDAD

¿Espías o detectives?

En el vasto y misterioso mundo de los sabuesos de la información, hay dos titanes que siempre han luchado por la corona del espionaje: los espías y los detectives. Aunque ambos personajes tienen una fascinación por los secretos ajenos, la diferencia entre ellos es tan grande como entre un James Bond con licencia para matar y un Sherlock Holmes con una lupa y sombrero. Descifremos la rivalidad.

El Espía: La Sombra Sofisticada

El espía es ese individuo que siempre parece estar dos pasos adelante en el juego de ajedrez del poder. No se preocupa por la insignificante infidelidad marital o del perro que desapareció en el vecindario. No, él está ocupado salvando al mundo (o destruyéndolo, dependiendo del cheque que reciba). Se mueve en la oscuridad con tecnología futurista, trajes impecables y contactos en lugares tan secretos que ni siquiera Google los ha descubierto. Tiene una misión clara: robar secretos de estado, derrocar gobiernos o descubrir el arma secreta. Su vida es una mezcla entre glamur, peligro y un alto riesgo de ser envenenado.

El espía no se entretiene con casos de divorcio o vecindarios ruidosos; él se infiltra en organizaciones clandestinas, seduce a los villanos, y desenreda tramas que podrían cambiar el curso de la historia. Y si lo atrapan, nadie sabe nada de él, ni siquiera su país natal, y no tiene derechos humanos.

Detective: El Héroe del Vecindario

Por otro lado, el detective es un tipo más terrenal. No tiene jet privado ni se codea con los poderosos. Su lucha no es por el destino del mundo, sino por la verdad en el vecindario, su vecindario. Es el héroe de las novelas de misterio, el tipo que resuelve crímenes con su ingenio y una guayabera que ha visto mejores días. No se mete en conspiraciones políticas, pero encuentra al jefe de la banda y descubre que el vecino realmente es quién roba tus periódicos. Su herramienta más avanzada es una lupa, su refugio es una oficina llena de papeles desordenados y su enemigo más letal siempre es la burocracia.

El detective es pragmático. No espera grandes recompensas ni fama mundial. Su gloria es desenmascarar al ladrón del barrio, devolver la paz a las familias y quizás, solo quizás, cobrar lo suficiente para pagar el alquiler de su casa; es un hombre libre y en muchos casos detesta el poder. Mientras que el espía se enfrenta a villanos en islas volcánicas, el detective lucha contra las injusticias cotidianas con astucia y tenacidad. Ante el incesante crecimiento de la inseguridad, quizá sea necesario preguntarnos que necesitamos: “Espías” o “Detectives”. Y ojo, a Abimael Guzmán lo atraparon detectives no espías.

La información fue recuperada del Diario La Noticia.

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